lunes, 18 de enero de 2016

La trampa esta en la solución

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Cada vez más gente empieza a darse cuenta.

Solo cambia la nomenclatura que cada uno le da y algunos detalles sin demasiada importancia sobre sus características finales.

Pero cada vez más personas son conscientes de que las élites que controlan este planeta están sentando las bases para crear un Nuevo Orden Mundial.

Básicamente, este “nuevo orden mundial” es un cambio de piel del sistema, una adaptación a las nuevas circunstancias globales derivadas del progreso tecnológico.

Las élites buscan un nuevo paradigma a nivel político, social y económico, en el que se dejarán atrás las viejas estructuras del mundo actual y se sentarán las bases para un mundo global definitivamente unificado, que probablemente conllevará la existencia de un gobierno global supraestatal, una autoridad militar o policial de rango planetario, una autoridad económica centralizada y probablemente algo parecido a una religión global, o como mínimo un organismo que englobe el conjunto de la mayoría de creencias religiosas mayoritarias actuales.
En este futuro que empieza a dibujarse en el horizonte, los estados-nación se disolverán y su poder será sustituido por el de las grandes corporaciones transnacionales, algo que ya empieza a apuntarse claramente en los borradores filtrados de los tratados TTP y TTIP.

Pero la implantación de todas estas estructuras depende enteramente de cómo evolucionen las nuevas tecnologías.

Y es que en el mundo que se aproxima, parece que se desarrollarán nuevas tecnologías que cambiarán la faz de la tierra: un mundo de impresoras 3D, tecnología basada en el grafeno y nuevos combustibles más eficientes y limpios que acabarán sustituyendo los actuales combustibles fósiles.
A ello se sumará el desarrollo definitivo de Internet como red mental global, sentando las bases para algo parecido a una mente de colmena para toda la humanidad, que incluirá todo el conocimiento humano y todos los artefactos tecnológicos, entre ellos los robots y la Inteligencia Artificial.

El desarrollo tecnológico promete cambiarlo todo de forma inevitable: nuestra forma de comunicarnos, nuestra sexualidad, la estructura de las sociedades y de las culturas y todos los aspectos del poder político y económico.

Cambiará la naturaleza del ser humano en sí mismo.
Todo ello parece que sucederá en muy pocas generaciones, por lo que desde un punto de vista histórico, podríamos calificarlo como un cambio muy acelerado, casi drástico.


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